No me conviertas en dinero

Por Pilar Palao

Porque si me conviertes en dinero cuando necesite una residencia me despojarás de mi derecho a una vida digna al final de mis días, a mí y a quienes me cuidan.

Y tú, dueño, gerente, consejero, ministro… y cuantos sois cómplices de esta situación tenéis el poder y el deber de cambiarlo. ¡Ya! Sin perder un minuto, ojalá no podáis utilizarme nunca, ojalá, ni para engordar vuestra cuenta corriente ni para engordar los votos que recibís cuando me recordáis en campaña electoral.

Ojalá que la residencia que me toque para acabar mis días sea la buena, donde me quieran y me cuiden.

Ojalá que mi dignidad sea lo primero. Ojalá no me conviertas en dinero.

Ojalá que quien me cuide sea feliz y tenga su recompensa digna, en salario, en condiciones de trabajo, en respeto y admiración por su labor. Ojalá mis cuidadores no vivan bajo la sombra del despido, que no tengan miedo de dar la cara por mí.

Ojalá te dejen darme la mano sin contarte los minutos que pasas conmigo. Ojalá te dejen cuidarme, ojalá te dejen que me cuides.

Ojalá pueda comer lo que gusta, vestirme como quiera y levantarme y acostarme cuando desee.

Ojalá que me aseen con cariño y me dediquen mil sonrisas y yo con mi mirada les pueda dar las gracias y quererlos... porque quizá entonces no me quede a quien querer.

Ojalá que pueda elegir si vivir un día más y nadie me obligue a seguir respirando si no lo deseo.

Ojalá pase algo que me permita tener una vida digna en mi residencia, la que será mi última casa, mi último hogar.

Me pregunto qué veis cuando me miráis: ¿un negocio redondo? ¿Un renglón en un balance de resultados? ¿Un objeto de decoración en vuestras visitas institucionales? ¿Una tediosa carga social que hay que atender?.

Ojalá que cuando me mires me veas, veas una persona que ha tenido una vida digna trabajando para sí misma y para los demás, una persona que ha tenido y defendido dignamente sus valores y creencias, una vida llena de Historia y de historias que no tienes derecho a despreciar ni a ignorar.

Pero atentos, señores responsables y cómplices, porque podéis obligarme a vivir una vida indigna y falta de respeto cuando ya no me pueda defender pero no me podéis quitar la dignidad que me ha acompañado toda mi vida porque soy un ser humano y mi DIGNIDAD es mi DERECHO como persona.

Ojalá viváis lo que estáis obligando a vivir a otros seres humanos.

Ojalá haya quien alce la voz por vosotros y lo impida.

1º de Octubre, Día Internacional de las Personas Mayores.

Publicado en La voz de la Calle. La revista de Carabanchel